Washington, 17 dic (EFE).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunció este miércoles un discurso a la nación en el que intentó hacer un balance superlativo de su primer año de regreso al poder, exagerando sus logros económicos en un momento en el que las encuestas sitúan su popularidad en el nivel más bajo desde enero, debido principalmente al elevado coste de la vida en el país.
El presidente abrió el esperado discurso repitiendo muchas de las cosas que dice durante sus intervenciones públicas casi diarias: atacó a los inmigrantes y al Gobierno de su antecesor, Joe Biden, y aseguró que en unos meses Estados Unidos ha “ido de peor a mejor” gracias a las deportaciones, el cierre estricto de fronteras o el uso de aranceles contra otros países.
Según Trump, los primeros once meses de su segundo mandato trajeron los mayores “cambios positivos” de la historia y subrayó que “los salarios están creciendo más rápido que la inflación”.
Este año, los salarios en Estados Unidos han aumentado a una tasa de alrededor del 4%, menos que el aumento de los precios, que es más o menos del 3%.
Sin embargo, esta diferencia marginal no alcanza a una parte importante de la población estadounidense, cuyos bolsillos se resienten cada vez más por la inflación provocada principalmente, según la Reserva Federal, por los aranceles que Trump decidió introducir el pasado mes de abril.
Baja tasa de aprobación
Esto significa que las encuestas muestran el índice de aprobación del presidente en su nivel más bajo desde que regresó a la Casa Blanca, y Gallup sitúa el porcentaje de estadounidenses que aprueban sus acciones en un 36%, sólo dos puntos por encima del mínimo registrado en su primer mandato, inmediatamente después de que encendiera la turba que irrumpió en el Capitolio en enero de 2021.
Otra encuesta de -, PBS y la Universidad Marista de Nueva York publicada hoy sitúa su popularidad en un 38% y muestra un creciente rechazo entre los grupos que votaron masivamente por él en 2024, como los residentes rurales.
En el discurso de hoy Trump también prometió una reforma sanitaria que pondrá fin al llamado “Obamacare” y también un nuevo programa para facilitar la vivienda asequible.
También aseguró que “el litro de gasolina cuesta ahora 2,5 dólares en gran parte del país” y que en algunos estados “acaba de bajar a 1,99 dólares”, aunque el promedio nacional ronda actualmente los 2,9 dólares, según datos de plataformas de seguimiento.
También destacó las reducciones que su gobierno ha logrado en los precios de los medicamentos, aunque mencionó, una vez más, “recortes del 400, 500 e incluso 600%”, volúmenes que ni siquiera tienen sentido matemático.
Alrededor de 1.600 nuevas centrales eléctricas
También aseguró que en los próximos 12 meses se inaugurarán en el país 1.600 nuevas plantas de producción eléctrica, lo que provocará que el precio de la electricidad se desplome “drásticamente”, una afirmación que llega en un momento en que los ciudadanos de muchos estados están sufriendo fuertes aumentos en las facturas debido al creciente consumo energético de los centros de datos necesarios para el desarrollo de la inteligencia artificial.
Trump también anunció que entregará a 1.450.000 miembros de las Fuerzas Armadas un “bono especial”, al que denominó “dividendo del guerrero”, por valor de 1.776 dólares, cifra simbólica que hace referencia al año de fundación del país.
Esa fue prácticamente la única referencia al ejército, después de que ayer dijera que Washington bloquearía la entrada o salida de todos los petroleros sancionados de Venezuela.
El presidente estadounidense, que en septiembre ordenó un masivo despliegue militar en el Caribe con el objetivo de frenar el narcotráfico que, según él, financia a Caracas, también aseguró ayer que el Ejecutivo venezolano ha robado yacimientos y activos petroleros estadounidenses, en clara referencia a las expropiaciones llevadas a cabo durante el Gobierno de Hugo Chávez.
A su vez, Trump ha dicho en los últimos días que Estados Unidos pronto comenzará a lanzar ataques terrestres contra grupos narcotraficantes en territorio venezolano, aunque su propia jefa de gabinete, Susie Wiles, admitió en una entrevista publicada ayer que el presidente necesitaría autorización del Congreso para avanzar en esa dirección.
En cualquier caso, el magnate neoyorquino no mencionó ni una sola vez a Venezuela en su discurso de hoy.
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