El ascenso y la caída de Rubiales: un documental sobre la controvertida figura del fútbol femenino

by tiempoantenacom

El fútbol femenino y el escándalo de Rubiales: una historia de abusos y consecuencias

El fútbol, como cualquier juego, existe fuera de la realidad. Sin embargo, como fenómeno social, cultura popular, industria del entretenimiento y representación de un país, es una realidad innegable.

Por otro lado, el feminismo ya ha encontrado su lugar. O estás dentro o estás fuera. En cuanto a Rubiales, fue socialmente excluido. El problema es que él es un directivo, y los directivos deben liderar, y es imposible liderar si no conoces los latidos de tu tiempo.

Ganar un Mundial en esta etapa de conquista tiene un impacto significativo para el fútbol femenino. España ganó y estas pioneras merecen ser un poco más felices el resto de sus vidas y mirar hacia el futuro con optimismo y orgullo. Sin embargo, una sombra oscura se cernió sobre la gloria conquistada: los despropósitos comenzaron de inmediato.

Agarrarse los genitales después de una victoria del fútbol femenino en un palco principesco es, como mínimo, poco apropiado. Fue solo el primer exceso de testosterona que el narcisismo, exacerbado por la emoción de la victoria, cometió. Luego, el protocolo llevó a Rubiales a un improvisado altar donde los sacerdotes del fútbol premian a las deportistas. Fue allí donde Rubiales besó a Jenni Hermoso sin su consentimiento y abusando de su autoridad. Y fue entonces cuando se inauguró un antes y un después. Porque otra de las muchas cosas que Rubiales olvidó ese día es que se va al altar a adorar y a sacrificar.

Y ya que estaba fuera de la realidad, se instaló en ella paseando por micrófonos complacientes entre aplausos y risas. Movido por un ego lleno de confianza y la autoridad que le otorga su cargo, nadie tuvo el coraje de decirle que iba en contra de este momento histórico. La indignación se extendió a las calles y desbordó a los medios de comunicación en un escándalo que se hizo eco en todo el planeta.

La política se involucró, las instituciones amenazaron (sin cumplir), la gente en la calle protestaba y los ingenuos pensamos que la Asamblea pondría fin a esta pesadilla. Pero Rubiales tomó la palabra y en un nuevo episodio de “cojones y españolidad” aumentó la apuesta bajo los aplausos de aquellos que defendían sus propios intereses. Desde entonces, esos cómplices ocasionales están retrocediendo en busca de la dignidad perdida. Les costará. Mientras tanto, Rubiales se mostraba seguro, incluso arrogante, generoso como todos aquellos que se sienten acorralados, y utilizando el comodín casi siempre infalible del victimismo, del cual se valió incluso con sus hijas.

Lo cierto es que el fútbol, que siempre llega tarde a todas las revoluciones, está liderando ahora el movimiento feminista. Se lo debemos a la sucesión de torpezas de un hombre que despertó a una sociedad que ya no tolera a los Rubiales. Incluso logró sacar de su letargo a algunos protagonistas del fútbol masculino, siempre reacios a comprometerse.

La madre de Rubiales se declaró en huelga de hambre y terminó en el hospital sin dejar de pedir “justicia”. Mientras tanto, su hijo, en su afán por sobrevivir, solo le falta cargar una cruz sobre su espalda y llevarla con cara de penitente por las calles de Motril.

A estas alturas, el hombre que no sabe en qué tiempo vive tampoco sabe que ya está muerto. La opinión pública lo ha condenado y la FIFA ha disparado su primer tiro, suspendiéndolo.

Rubiales se ha convertido en un símbolo, o lo que es lo mismo, ya nadie puede salvarlo. Pero como es muy macho, se niega a irse por sus propios medios, prolongando el conflicto, la polémica, la vergüenza y el oprobio. No renunciar es la última estupidez que lo consagra como un nuevo Torrente. Solo que, esta vez, es un documental.

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