La cumbre UE-China: un contraste marcado entre tensiones y optimismo
A medida que se acerca la primera cumbre presencial en cuatro años entre funcionarios de la Unión Europea y sus homólogos chinos, se hace evidente el contraste entre las tensiones actuales y el optimismo que solía caracterizar estas reuniones. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se enfrentarán a conversaciones tensas sobre comercio y seguridad cuando se reúnan con el presidente chino, Xi Jinping, a principios de diciembre. En contraste, hace ocho años, sus predecesores fueron recibidos en Pekín con declaraciones que destacaban la importancia de la UE y China para la paz global y el progreso de la humanidad. Sin embargo, en los últimos años, las relaciones entre ambas partes se han deteriorado, reemplazando las esperanzas de una asociación constructiva por una creciente desconfianza mutua.
El desafío de proteger el Mercado Único de la UE
La desconfianza creciente ha dificultado a los líderes europeos proteger el Mercado Único de la UE y considerar los intereses de sus aliados en el Indo-Pacífico sin caer en la misma hostilidad abierta que ha llevado a las relaciones entre Beijing y Washington al borde del abismo. A medida que los debates en la UE sobre cómo abordar el ascenso de China se han entrelazado con las afirmaciones de las administraciones Trump y Biden sobre la supuesta amenaza que representa China para las democracias liberales, ha surgido una tendencia a ver al Estado chino como un gigante disciplinado bajo el control absoluto del Partido Comunista Chino. Sin embargo, al adoptar esta perspectiva estadounidense sobre el ascenso de China como potencia global, las autoridades europeas están pasando por alto las debilidades dentro de la economía política china que también podrían representar riesgos para la UE y sus socios.
La falta de confianza generalizada
Es difícil determinar el momento exacto en el que la falta de confianza actual entre la UE y China se generalizó. En el pasado, las disputas en las industrias textil y siderúrgica se resolvieron de manera amistosa en las décadas de 1990 y 2000. Sin embargo, la frustración por cómo las empresas chinas socavaron a sus competidores europeos en la producción de paneles solares a principios de la década de 2010 ha llevado a la Comisión a tomar medidas proteccionistas para evitar un vaciamiento similar en la producción europea de vehículos eléctricos y turbinas eólicas. Además, la presión para eliminar por completo los equipos chinos de la infraestructura necesaria para las redes móviles 5G en Europa refleja una desconfianza hacia China que no parecía inevitable hace apenas seis años.