Descubren que las raíces cratónicas contienen diamantes en cantidades significativas
Los científicos han utilizado ondas sonoras para explorar el subsuelo y obtener información valiosa sobre la estructura de nuestro planeta. A diferencia de la luz, el sonido puede atravesar la piedra, lo que permite a los científicos estudiar lo que hay debajo de la superficie terrestre.
Normalmente, estos sonidos provienen de terremotos o explosiones volcánicas, y al analizar las ondas sísmicas, los científicos pueden determinar los materiales presentes en el subsuelo. Utilizando este método, los científicos han investigado una extraña anomalía que ocurre cuando las ondas sísmicas atraviesan estructuras conocidas como raíces cratónicas. Estas estructuras, que se encuentran a cientos de kilómetros por debajo de la mayoría de las placas tectónicas, son formaciones rocosas muy densas que se asemejan a montañas invertidas.
Debido a su alta densidad, las ondas sonoras viajan a través de las raíces cratónicas mucho más rápido que a través de la mayoría de las rocas. Sin embargo, en las últimas décadas, los científicos han observado que las ondas se desplazan a una velocidad mayor de lo que se esperaba según las simulaciones. Ante esta rareza, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts decidió investigar y sugirió que algún material presente en las raíces cratónicas acelera la propagación de las ondas.
Utilizando modelos informáticos, los científicos estudiaron cómo se propagaría el sonido en diferentes composiciones de las raíces cratónicas. Solo una simulación coincidió con los resultados obtenidos previamente, y esta velocidad solo podría lograrse si las raíces cratónicas estuvieran compuestas no solo de piedra, sino también de diamantes, con un contenido de al menos el 1-2%.
Las raíces cratónicas son una parte importante de la litosfera y, si incluso el 2% de estas estructuras está compuesto de diamantes, esto significa que hay billones de toneladas de piedras preciosas enterradas a gran profundidad. Sin embargo, debido a su ubicación a cientos de kilómetros de la superficie, es prácticamente imposible extraerlos en cantidades industriales.